Recopilación de ideas y reflexiones en la primera semana tras el Plebiscito de Salida del 4 de septiembre de 2022.

Primera reflexión. 6 de septiembre.
Tras ya algunas conversaciones y viendo reacciones en entornos y redes sociales, me parece que de lo primero a hacer en la hora actual, es que el mundo del Apruebo trabaje sobre sus propias emociones y respuestas emocionales ante la derrota.
Está muy mal ver tantos comentarios de ofensas e insultos hacia el Pueblo y los Pueblos, por la sola razón de sus opciones electorales en esta ocasión. Hay que comprender las causas, elaborar sobre ellas, ver falencias y errores propios, identificar bien las herramientas y pasos de adversarios y enemigos de las causas populares, en suma, comprender el contexto y las proyecciones de lo sucedido, y ver cómo continuamos.
En cuanto a las falencias propias, el solo hecho de ver tantas reacciones en el campo de los progresismos e izquierdas (sobre todo en los primeros) como las descritas, da cuenta de la profundidad de ello. También los «no vale la pena» y el bastante extendido comentario de que «ahora me dedico a lo mío y el resto que se joda», «no cuenten más conmigo», «no voy más a bingos», «sigan recibiendo agua en camiones aljibes», y demases. Hay que resistirse y abordar con fuerza tal nivel de descomposición, que quede en una reacción momentánea, no puede proyectarse hacia adelante.
Si las convicciones retroceden tan bruscamente ante una derrota electoral que por cierto no es cualquiera y es grande y maciza, pero no deja de ser un evento puntual y reversible al menos en un principio, entonces hay algo mal en esas convicciones, y hay mucho camino por recorrer ahí con quienes de manera tan voluble pasan de un estado a otro.
Hay mucho que decir y elaborar sobre lo mostrado el domingo, pero por lo pronto, subrayar que aunque nuestra votación creció en comparación con la segunda vuelta 2021 (parte de los votos a Gabriel Boric fueron al Rechazo, cosa que se compensó con algunos cientos de miles de votos «nuevos» hacia el Apruebo), el Rechazo fue un fenómeno masivo y abrumadoramente mayoritario entre las personas de ese «agujero negro» que era el electorado arriba de los 8.3 millones de diciembre pasado. Las explicaciones para eso creo que no se dirigen a causas que nos sean tan desconocidas, al contrario, creo que son más bien algo sabido pero frente a lo cual no hemos construido su toma de conciencia suficiente y menos aún respuestas efectivas (el poder del sistema de medios, ejemplo sobre asunto crucial).
Con todo, creo importante también subrayar que ese Rechazo no es un campo homogéneo, tampoco es necesariamente de derechas, y menos aún se trata de millones de personas que quieren seguir padeciendo los males que les provoca este modelo de sociedad y la Constitución vigente. Y de hecho, una buena parte de esos votos se explican por razones ajenas al texto de la propuesta constitucional, y más bien hacen parte de la agitación sistemática de distorsiones, manipulaciones y mentiras que se difundieron masivamente tanto desde el sistema de medios como su repetición en las conversaciones y la cotidianeidad de las personas, en los barrios, casas y lugares de trabajo.
Hacen falta ahora manos tendidas, disposición a la escucha y al diálogo entre el campo amplio y diverso del Apruebo y hacia el mundo popular y sectores medios que votaron Rechazo, e identificar y trabajar sobre las causas de esta derrota. Y compañeras y compañeros, personas de vocación de cambio colectivo, asumamos que por muy comprensibles que sean las emociones de rabia, amargura y decepción que nos atraviesan, el extremo al que ha llegado en este día y medio es altamente perjudicial y dañino para todo lo que viene. Hay muchas urgencias en el momento actual, una de ellas es un gran esfuerzo colectivo para superar la autocomplacencia, la soberbia, y el derrotismo, y contener las reacciones negativas, conversar, reunirse, y ponerse a andar de nuevo.
Segunda reflexión. 7 de septiembre.
Para comprender lo sucedido hay que calibrar bien la enorme diversidad social que compuso el voto Rechazo, que terminó operando con sentidos muy distintos a los que implicaba tal voto, es decir, la continuidad de la Constitución de 1980.
Aquí hay dos muestras: Una señora que expresa buenas intenciones y que apunta a un asunto notorio y sensible para la chilena y el chileno actual, la inseguridad ante la violencia y el delito, que en una muy recurrente operación ideológica se la termina adjudicando al Apruebo, cuando ese problema, y el otro al que apunta (la desunión, la división social y política), son precisamente generados bajo esta institucionalidad y esta Constitución, la de 1980, por la que ella votó. Sus palabras de confusión ante lo venidero, anhelando cambios pero sin saber cómo articularlo en palabras que no sean contradictorias entre sí, hablan por sí mismas.
El otro testimonio, un tiktoker del Rechazo que apunta «a derecha y a izquierda» por el sistema de Salud privatizado y mercantilizado, llama a tener sentido común y a pararle la mano al negocio de las Isapres. Y claro, muchas veces se vio: muchas personas quieren «gratuidad» en prestaciones sociales o subvenciones proveídas por el Estado, pero a la vez, no se comprende que eso implica pasos sustantivos hacia la solidaridad, lo colectivo y lo público. Similar a lo que varios apuntamos en su momento con respecto al «No + AFP», pues el tránsito de querer terminar con los abusos del sistema de AFPs, hacia un sistema de solidaridad y reparto, no estaba claro ni por cerca para amplias franjas sociales. Por su parte, del «exijo mi retiro de 10%», a «con mi plata no», y «no me expropien los fondos», el Rechazo sí logró construir un continuo, continuo que además está apoyado en el reinante individualismo y la privatización de los problemas comunes a la que nos hemos acostumbrado.
Que dan ganas de llorar, pues sí, porque en el texto de la Nueva Constitución se abordaban esos problemas, y habían vías de solución para ellos. Y bajo la Constitución actual, no.
Comparto experiencia personal: A mí me pasó varias veces volanteando (cuestión repetida por muchas personas militantes del Apruebo), el interactuar con personas con este tipo de argumentos. En una ocasión fueron 3 personas muy seguidas (conversaciones e intercambios más o menos extendidos en tiempo), y la verdad, en esa ocasión no me dio para continuar: Una señora, muy de extracción popular, repitiendo con enorme precisión cada una de las distorsiones y mentiras difundidas por el Rechazo y el sistema de medios, y no sólo eso, además descargando cierta rabia contenida que en esta ocasión la volcaba hacia un volanteo del Apruebo.
Varias veces uno sentía que tras algún minuto o minutos conversando, uno lograba convencer y despejar dudas y confusiones, pero uno se queda ahí con la duda de qué pasaba con la opinión de esas personas cuando volvían a sus casas y a consumir las mismas desinformaciones y otras tantas más. ¿Qué tan masivo fue el éxito de esas operaciones, y su impacto en la enorme votación popular por el Rechazo? Todo indica que fue mucho, muchísimo, determinante.
Tercera reflexión. 10 de septiembre.
Una buena parte de las derechas ha estado alegando por el hecho de que se divulguen las opiniones y argumentos de personas de extracción popular que votaron Rechazo. Algo así como que tienen derecho al voto, pero no a voz.
También algunas personas del Apruebo han opinado en un mismo sentido, aunque desde otras premisas: «no sobreexpongan a las personas», «son víctimas y con ello se las re-victimiza» (y en cierto modo, efectivamente lo son). Aquí me parece hay un notorio paternalismo / maternalismo, una infantilización forzada de las personas de sectores populares, como si sus opiniones, rostros y voces fueran algo que hay que «proteger», lo que en la práctica tiene simplemente el efecto de esconderlas, y con ello permitir que la derecha use sus votos negándoles sus voces, e interpretándolos del modo que les es más conveniente a sus intereses.
Me parece que no. Hay que mostrar esas voces, hay que «poner allí el micrófono y las cámaras». Por cierto, no con afán de burla, de «funa», ni para enrostrarles con tono de superioridad y despectivamente lo que votaron el domingo pasado.
Todo lo contrario, con respeto y fraternidad, tiene que haber escucha, diálogo horizontal, e intentar explicar por qué ese voto fue equivocado, contrario a sus anhelos y necesidades. Si lo hacemos bien, y como algo sostenido en el tiempo, iremos revirtiendo esas posturas y acercándolas a una comprensión política más desarrollada y madura. Para avanzar en ese campo que nos era un «agujero negro» hasta el domingo pasado, lo primero es abandonar el despecho y la arrogancia, desplegar paciencia, y poner en juego la convicción de que la propuesta de Nueva Constitución apuntaba en sentido correcto.
En otras palabras: la enorme votación del Rechazo tiene en cierto sentido y dimensión un sustento débil, reversible, aunque se apoye en poderosos y profundos prejuicios y «sentidos comunes» aprendidos en décadas de neoliberalismo y descomposición de la política y el debate público. El eslabón más frágil de esa construcción que les llevo a votar Rechazo, está precisamente en las razones que las personas manifiestan para explicar su voto. Allí hay un desafío y oportunidad que debe ponerse entre las prioridades venideras.
Informaciones adicionales:
Cuadro de participación electoral 2017-2022:

Composición del Congreso Nacional:
a. Cámara de Diputadas y Diputados

b. Senado:

Convención Constitucional
